jueves, 21 de enero de 2010

Un tipo gracioso

Wes es un tipo de lo más sencillo. Y su sentido del humor es tanto o más elevado que sus películas. Hablando con él esta tarde, me he dado cuenta de que los grandes estudios lo único que hacen es hacer mejorar el proceso creativo. Un ejecutivo de la FOX, les sugirió que hicieran cambios en la historia, pero Wes es un tipo con un par y les dijo que si no les gustaba el proyecto que ellos mismos lo llevaban a cabo sin la colaboración del estudio.

Y por lo visto es una amenaza que funciona de verdad, porque lo mismo me han contado que le sucedió a George Lucas con American Graffiti. Por lo visto un pez gordo de un estudio vuela a San Francisco para ver como iba la película, que para entonces ya debería estar casi acabada, y se encuentra con que la película no le gusta (no le culpo, a mí tampoco). Decide darles un ultimátum a Lucas y a Coppola (que era productor de la cinta) para que hagan ciertos cambios. Estos dos, deciden hacer un pase previo con adolescentes y resulta que estos salen encantados de la película, y por lo tanto, no hacen ninguno de los cambios que les habían indicado. En estas que llega el del estudio y les empieza a recriminar que no han hecho ninguno de los cambios indicados, y ellos, sabiendo cuales eran las reacciones del público, le propusieron que ellos mismos compraban la parte de la participación del estudio. A la vista del órdago, este pollo se echó atrás y aceptó que no introdujesen ninguno de los cambios.

Y debe ser algo de la FOX, porque con Fantastic Mr. Fox (Wes Anderson, 2009) han echo lo mismo. Y de nuevo los señores del estudio han reculado. Y mejor que lo hayan hecho, porque la película es estupenda.

Mientras Noah Baumbach (el co-guionista) respondia una llamada de un productor, Wes me seguía contando cómo le ha influido el cine de Kurosawa, Kubrick, los Cohen, pero sobre todo el cine del gran Peter Bogdanovich.

Hablando además de el proceso de comercialización de la película, se reía cuando me contaba como en un pase a niños de 14 años en Londres, estos llegaban a la filosófica conclusión de que el final de la película no funciona. ¡Con 14 años! Evidentemente no se tomaron muy en serio este test.

A eso de los 15 minutos volvió Noah y le dijo a Wes que tenían que marcharse a una cena con miembros de la Academia. Hemos quedado en llamarnos, pero no sé si lo haré. Me dan demasiada envidia estos cabrones. El éxito les sale por las orejas.

Estas veladas en el Teatro Egipcio, te los ponen tan cerca, pero a la vez tan lejos.

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