Esta noche la fortuna me ha sonreído. De oreja a oreja. No me han tocado los euromillones, cosa que creo que hubiera sido mejor, pero escuchar hablar a una leyenda no tiene precio.
He acudido al Teatro Aero de Santa Mónica a un evento organizado por la sociedad de diseñadores de producción, con el único interés de volver a ver en pantalla grande Gladiator y que luego Arthur Max, el Production Designer, nos hiciera partícipes de los intríngulis de la película, pero además se ha presentado por sorpresa una leyenda viva: Sir Ridley Scott.
Cuando al acabar la proyección, el tipo que moderaba, nos anuncia que a modo de sorpresa va a venir Ridley Scott, el corazón casi se me sale del pecho. Es un tipo de elegancia británica (aunque los calcetines eran un poco jodidos) y con un humor típico de las islas. Y cuando parecía que iba a ser políticamente correcto, el tipo no se ha mordido la lengua:
De Gladiator nos contó como en una de las tomas el personaje que sale no es Russel Crowe, sino su doble, ya que ese día Russel no presentó al rodaje. También que Oliver Reed, que falleció durante el rodaje, tenía problemas de bebida y que aunque le había prometido no beber durante el rodaje, se escapó un día a las 5 de la tarde a un pub, se puso moradito, y allí cayó redondo.
De Robin Hood, nos ha desvelado como en la primera escena, lo que se del bosque quemado, realmente queman el bosque, ya que es un bosque de esos que se cortan cada x años y los dueños les dejaron hacer lo que quisieran. Y además que en la última escena en la playa, el acantilado está añadido digitalmente ya que no encontraron una playa con esas características. Al referente de esto también nos ha contado como Russel Crowe quería rodar en los acantilados de Dover, y Ridley le intentaba explicar que los acantilados de Dover no tienen esos accesos a la playa y que en el caso de que los hubiera, en esas playas no pueden meter los caballos porque son playas de guijarros del tamaño de un puño. Pues bien, esto que he escrito en un párrafo, le llevo dos horas hacérselo ver al australiano.
Tras decir que lo que se hace en Hollywood le aburre que le mata y que lo que más disfruta son las películas independientes, considerando que era suficientemente tarde, tras mirar su reloj, se ha puesto de pie y con un: Well, that's it! ha dado por concluida la sesión. Si es que tiene maneras de caballero de la corona británica.
Y yo tan contento y, de nuevo, dándome cabezazos por no llevar encima la máquina de fotos compacta que quería únicamente para este tipo de ocasiones. Me la voy a grapar a la muñeca.