miércoles, 16 de diciembre de 2009

Estrella... ¿de la música?

Hace un par de horas Kevin Costner me contaba como, después de 18 años sin acudir, un promotor musical le invitó a cantar en Iowa, en el mismo lugar donde se rodó la película Campo de Sueños (Field of Dreams, Phil Alden Robinson, 1989) y cómo, después de dos horas de actuación en directo (¡que el tio canta!) diez mil personas se quedaron a ver la película en ese maizal.

Mientras Kevin hablaba (sin mucha gracia, la verdad) de lo que había supuesto la película, de lo que significaba para él, ..., yo no podía más que pensar que había visto una película mayúscula. Es una de esas películas que cuando acaban te hace sentir bien, te hace creer que todo es posible, y basado en ese precepto tan americano como es: "If you build it, it will come", te hace renovar esperanzas sobre el acceso a nuestros propios sueños.

La película, es un clásico actual. Tan clásica como las películas de Frank Capra: Vive Como Quieras (You Can't Take It With You, 1938), ¡Qué bello es vivir! (It's a Wonderful Life, 1946) o Caballero sin Espada (Mr. Smith Goes to Washington, 1939) y tan actual como las aguas turbulentas de los créditos, hipotecas y demás pesadillas.

El único momento en que Kevin me atrapó fue cuando empezó a revelar cómo fue el rodaje junto a uno de los grandes, Burt Lancaster. Empezó a hacer una imitación y de cómo, Burt Lancaster se sentía halagado de que un actor que hacía no mucho tiempo había empezado y que en ese momento estaba en la cresta de la ola, hablase de sus películas.

Hasta aquí todo me estaba gustando, pero Kevin y Phil (el director) revelaron que Burt Lancaster, ya no era Burt Lancaster. Había pasado de estrella inmortal a mortal, y habían empezado a aflorar los signos de la edad. No era capaz de aprenderse los diálogos, no conseguía concentrarse, y la presencia de Kevin Costner, le intimidaba. Pidió que Kevin no estuviese en la escena principal que tienen juntos, pero tanto el director como él se negaron y se quedaron junto a él toda la noche rodando hasta que en un momento determinado, consiguió encontrar la concentración que hizo saltar la chispa de su interpretación. Como en lo viejos tiempos.

Y no es que no me guste la historia que cuentan, o que no sea bonita, pero no quiero saber que las estrellas de la pantalla son tan de carne y hueso como nosotros. No lo necesito.

Pero bueno, la velada resultó francamente buena. Tras felicitarme la Navidad, Kevin se ha despedido con un "nos vemos en las películas", muy a tono con la ocasión. Y otra cosa, que el tipo esta mayor, no se puede negar, pero, coño, tiene una presencia que impone. Por algo un gran número de niños han sido bautizados Kevincosner. Lo normal.

Me encantan estas veladas que organiza la Academia de Cine de Hollywood en el Teatro Samuel Goldwyn. Van dos mil personas, pero te hace sentir como si te estuviesen hablando directamente a tí.