jueves, 13 de mayo de 2010

Ganando

No me refiero ni a las carreras de coches, ni a las de caballos, ni a las apuestas deportivas, ni siquiera me refiero a la popularidad que tanto se estima en esta industria. Simplemente me refiero a los kilos; Ganando kilos. Por alguna extraña razón, he entrado en una fase en la que "retengo líquidos" y esa retención me ha hecho llegar a la cifra nada desdeñable de XX kilos. Eso sí, la verdad es que la grasa se reparte bastante bien, no parece que haya ganado tanto como lo que en realidad he ganado.

Nada más enterarme de que estaba en cifras "británicas", decidí poner remedio al asunto. Siempre se ha dicho que un buen régimen se empieza en el supermercado, ¿no? Pues decidido, me personé allí y me puse a hacer una de las compras más sanas que recuerda la Historia. Mucha fruta, verdura, pollo, etc... 
Yo estaba decidido y nada me lo iba a impedir, hasta que algo se interpuso entre el régimen y yo: las comidas fuera de casa. Fue hacer la compra y por arte de magia, me veía decidiendo continuamente, que casi era mejor comer fuera de casa, así que la cosa, pues evidentemente empeoraba.

A grandes males, grandes remedios. Me calcé las zapatillas de deporte y empecé a correr por la zona. Y se confirmó: mi cuerpo no quería correr. Ya llevaba yo un tiempo con molestias en el tendón de Aquiles, y pensé que se irían al hacer algo de deporte, pero simplemente hizo empeorar el dolor. Lleno de decisión deportiva, decidí ir al médico para que me mandase algo sanador que me permitiese ponerme a tono. Me presenté en la clínica a la que me había mandado el seguro médico y me atendió un médico ruso, con alguna dificultad para expresarse en inglés. Tras una conversación de besugos que aquí no me atrevo a transcribir, el doctor, llegó a la conclusión de que no tenía que llevar a cabo actividades que incrementasen el dolor. ¡Manda cojones! Una carrera más bien difícil y años de experiencia para decirme que evite las actividades que me provocan el dolor. Ante mi carcajada (que prometo no pude contener), el buen hombre, tartamudeando, añadió que me iba a recetar unas pastillas.

Ya de nuevo en la sala de espera, lleno de "orgullo y satisfacción" (que diría vuestro monarca) por haberle hecho ver a médico la perogrullada de su diagnóstico, me llama la enfermera para darme la receta. Ante la mirada atónita de esta, de nuevo me entra la risa: Ibuprofeno 400mg tres veces al día durante 3 meses.

Así que aquí sigo, "reteniendo líquidos". Espero tener más suerte con los euromillones este fin de semana.

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