Ayer fue una tarde estupenda; de esas que no se olvidan. A las cuatro de la tarde quedé con mi amigo Ray Bradbury, sí, el famosísimo escritor de ciencia-ficción. Tuve quedesplazarme a Santa Mónica, que es donde él reside, cerquita del mar, cobijado de las extremas temperaturas del condado angelino.
El encuentro no pudo ser más caluroso: un afectuoso abrazo devolvió al lugar al que corresponde nuestra ya larga amistad. Al cabo de un rato, su fatiga no le permitió seguir, pero me invitó a volver más tarde y ver con él una de las películas que habían adaptado de uno de sus cuentos.
Aproveché el desplazamiento para conocer una zona de Santa Mónica que apenas había visitado antes, y ante una escultura futurista en un dorado atardecer pude observar uno de los ritos más antiguos de este planeta: una boda.
Pasaron dos rápidas horas ante las playas en las que Pamela Anderson hacía las delicias de David Hasselhof, y así, volví a encontrarme con Ray. Cuando llegué al lugar, tenía preparada la película Something Wicked This Way Comes, de la que yo no había oído hablar antes, pero de la que me dio detalles sobre su gestación. Resulta que Ray fue gran amigo de Gene Kelly y tras uno de los pases privados que Gene preparaba para sus amigos, Ray escribió un guión especialmente para él. Por lo visto a Gene le entusiasmo el guión y estuvo buscando financiación durante un tiempo para la película, pero todos sus esfuerzos fueron en vano y le devolvió el guión a Ray.
A Ray le gustaba la historia que había escrito, así que decidió hacer con ella una novela que, curiosamente, un tiempo más tarde Disney compraba los derechos para hacer la película (ironías de la vida).
De esta película hubo una primera versión que, en los primeros pases, resultó desastrosa, así que la cabeza ejecutiva de Disney decidió llamar a Ray para ver como podían arreglar el desaguisado. Ray se mostró contundente: debían dejarle a él el dominio absoluto de la producción. Y así lo hicieron. Volvieron a realizar los decorados, volvieron a traer a los actores, despidieron al compositor de la musica de la primera versión y bajo la batuta del creador de la historia, volvieron a rodar.
Y eso fue lo que vimos. La película me gustó bastante, resultó algo más que una simple película de Disney, tenía alma de Ray Bradbury.
La despedida fue tan cordial como el encuentro, pero para la siguiente, hemos decidido quedar en mi casa. Y le pondré una de mis películas y hablaremos de aquellos tiempos en los que yo hacía películas para la Warner, y de mis peleas con las cabezas pensantes del estudio, y de como...
Bueno, de este relato hay cosas reales y cosas que no lo son. La primera: sí, estuve con Ray Bradbury, pero no, no me invitó a su casa, fue en una firma de libros de una tienda de Santa Monica. Si se mostró muy amable y me hice una foto con él (arriba). Posteriormente en el Aero Theater, se proyectaba su película Something Wicked This Way Comes y fue cuando contó la gestación de la misma.
Me hubiese gustado que todo hubiese sucedido como en el relato, pero aún así, estoy bastante contento con la manera real en que ocurrió. El viejo Ray, muy grande.
Sí, es más bonita la primera versión, pero aún así te tendrás que dar con un canto en los dientes por que haya sido como la segunda!!! Yo si tuviese a mi Rafita durante un momentito aunque sólo sea en una firma de libros.... y por un beso, yo no sé que te diera por un beso!!!
ResponderEliminarComo en las buenas películas, habías conseguido que pareciese, ¡qué digo! pareciese, ¡que fuera real! la primera versión. Y como en las buenas películas, los buenos libros.....los buenos guiones, yo me quedo con la primera.
ResponderEliminarUn beso del otro lado de los océanos.
Mª Elena
Tío eres genial. Pedazo de trola y que bien te ha quedado. Director de cine... tu lo que vas es para presidente del gobierno. Si Ray Bradbury supiera....
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